La minería del carbón es considerada una industria tardía; su gran desarrollo no se produce hasta la revolución industrial, cuando con la introducción de la máquina de vapor, el carbón mineral se convierte en la principal fuente de energía.
En España, en el siglo XVIII apenas se extraían unas pocas toneladas de carbón de piedra, con escasa rentabilidad por la falta de mercado y la dificultad de su transporte. La guerra de independencia contra los franceses provoca la desaparición de estas pequeñas explotaciones, que resurgen paulatinamente con la llegada de la nueva estabilidad. Pero esta industria no alcanzará gran desarrollo hasta la década de 1860, con la superación de muchos de sus problemas y la aparición de las primeras empresas de corte capitalista.
Inicios del carbón en la cuenca del Rubagón
En la Cuenca del Rubagón (Barruelo de Santullán y Orbó), poblaciones situadas en las estribaciones de la Cordillera Cantábrica y en el norte de la provincia de Palencia, los yacimientos de hulla se descubren en 1838. Desde sus inicios gozaron de numerosas ventajas respecto a otras cuencas, ya que se trata de un carbón de gran calidad, en especial para las calderas de las máquinas de vapor o para su gasificación.
Las primeras explotaciones tuvieron lugar en lo que hoy es Vallejo de Orbó, en 1840, cuando la empresa Esperanza de Reinosa comienza a extraer el mineral de forma continuada. Se construyeron hornos de coque y sistemas de aglomeración para dar salida a su carbón.
Las ventajas de esta cuenca provocan que en 1856, el Crédito Mobiliario Español, principal grupo financiero del país, adquiera gran parte de las concesiones mineras de Barruelo. También construye en 1864 un ferrocarril de 12 kilómetros que une el pueblo y sus minas con la línea que se tendía desde hace años y que acabaría uniendo Santander con Madrid. La llegada de esta gran empresa soluciona el problema del transporte y supone la modernización de todas las minas. Se construyen nuevos pozos y se introducen los primeros sistemas de aglomeración de carbón, lavado y clasificación de mineral, pioneros en España.
Otro gran problema era asegurar el mercado para la venta de producción. El crédito Mobiliario lo soluciona especializando la producción barruelana para la fabricación de briquetas, con las que se alimentaban las locomotoras. Por ello, en 1877 transfiere la propiedad de las minas a su filial, la Compañía de Ferrocarriles del Norte de España.
El paternalismo industrial
Al amparo de este desarrollo se forma un nuevo núcleo poblacional. A partir de una pequeña aldea de 37 vecinos, surge un pueblo que en 1885 cuenta con más de 5.000 habitantes. Esta localidad vivirá única y exclusivamente de la minería, toda la comunidad estará controlada por la empresa y esta desarrollará un programa social encaminado a solucionar los principales problemas de sus obreros. La compañía construye un hospital, unas escuelas y un economato y crea la primera Caja de Socorros conocida en las minas españolas. Barruelo se convierte en estos años en uno de los escasos núcleos industriales donde se experimenta una política de control empresarial sobre la población obrera. A esto se le conoce como paternalismo industrial.
Con esa idea de gestionar la mano de obra, Vallejo de Orbó dará un paso más, al tratarse de una colonia obrera. Un espacio creado expresamente para el trabajo donde los empresarios tienen un control total sobre sus empleados. Tanto las viviendas, como los servicios esenciales de la población (capilla, farmacia, escuela, economato, hospital…) así como el terreno donde se encuentran, son propiedad de la empresa.
El control de la empresa sobre la población y las fluctuaciones nacionales en los mercados de carbón, serán dos notas que marcarán el desarrollo y evolución de la historia de Barruelo. A este primer periodo de esplendor le sigue una crisis durante los últimos 15 años del siglo XIX y que no se recuperará hasta principios del XX: Nuevas inversiones por parte de la Compañía de Ferrocarriles del Norte modernizan la maquinaria y se consigue la ampliación de los campos de trabajo con nuevos pozos.
Periodo de guerras
La Primera Guerra Mundial supone la edad de oro de la minería del carbón, que se ve liberada de la competencia del carbón extranjero. Se abren nuevas minas, pero cuando cesa la contienda y vuelven las importaciones inglesas, muchas cierran porque dejan de ser rentables. La crisis de los años 20 no afecta tanto a Barruelo, que sigue vendiendo su producción a los ferrocarriles. Aún así, en 1922, se da un nuevo cambio de titularidad; la compañía ferroviaria crea una nueva empresa subsidiaria, Minas de Barruelo S.A. con la que intenta evitar que sus trabajadores mantengan el doble carácter de mineros y ferroviarios, que les hacía gozar de grandes ventajas.
En 1928 murió el segundo Marqués de Comillas y en los último años, Carbonera Española no consiguió un buen rendimiento de las minas de Orbó, ya que una serie de problemas hicieron que produjera por debajo de lo esperado. Ante tal situación, no les quedó otra alternativa que traspasar la empresa a Minas de Barruelo SA. Desde ese momento, los dos sectores de la Cuenca del Rubagón estuvieron unidos bajo una misma dirección.
A comienzos de los años 30, una nueva crisis generalizada del sector del carbón agrava la situación que enlazará con el estallido de la Guerra Civil. Aunque esta cuenca es una zona tradicionalmente de izquierdas, el control de las minas queda en la zona nacional, adquiriendo gran valor para el transporte ferroviario durante la contienda.
Cuando finalizan los combates, el régimen franquista potencia un periodo de expansión en la industria del carbón. Obligado por la política de aislamiento, recurre al negro mineral como principal fuente de energía para su política de autarquía. Las minas de Barruelo pasan a ser patrimonio estatal, perteneciendo a las propiedades de la recién nacionalizada red de ferrocarriles y son gestionadas por RENFE.
La producción vuelve a aumentar y los mineros recuperan parte de sus ventajas sociales y es que Barruelo llegó a censar más de 9.000 habitantes.
Los últimos años
La situación de bienestar cambia cuando tenemos una apertura al extranjero y se empiezan a importar nuevas fuentes de energía, como los hidrocarburos. En esos años, las principales líneas ferroviarias se electrifican y Barruelo pierde su tradicional mercado. Las minas quedan obsoletas por falta de inversión y el Estado intenta solventar la situación con la venta de los yacimientos a Hullera Vasco-Leonesa S.A en 1965. Pese a las subvenciones, en 1969 se cierran las explotaciones de Vallejo de Orbó y en marzo de 1972, las de Barruelo, que se reabrirán en 1980, cuando Hullas de Barruelo SA (HUBASA) reactiva el trabajo. En 1989 HUBASA se integra en la Unión Minera del Norte SA (UMINSA) que mantendrá la explotación hasta que ve recortadas las subvenciones, único sistema que hacía sostenible el carbón, y echa el cierre definitivo en el verano de 2005.