Las primeras empresas que se asentaron en la cuenca del Rubagón debieron solucionar un problema antes de emprender sus inversiones: La escasez de obreros. Una vez solucionado este problema, surgió otro: cómo retener la nueva fuerza de trabajo.
Se vieron en la necesidad de proveerlos de un lugar donde alojarse y establecerse definitivamente. Pero para conseguir un núcleo poblacional estable no bastaba con proporcionarles un lugar dónde vivir, era necesario adaptar la mentalidad de estas gentes a la nueva era industrializada.
Con el fin de solucionar el problema de la vivienda, los empresarios levantaron primero unos barracones provisionales y más tarde edificaron los denominados cuarteles. Bloques de viviendas destinadas a los obreros y sus familias. Además facilitaron la compra de material de construcción para casas particulares.
Una vez solucionado este problema, se pensó en mejorar la calidad de vida de los operarios creando nuevas instituciones de carácter social.
Una de las más importantes fue la Caja de Socorros, una especie de seguro privado que se hacía cargo de los obreros accidentados y sostenía el hospital y la escuela para los hijos de los mineros.
También estaba el economato, un almacén de provisiones bajo el control dela dirección de minas que suministraba los productos necesarios con un precio reducido.
El paternalismo industrial
Esto era un arma de doble filo, ya que aunque la empresa hacía más fácil la vida a los mineros, su tutela llegaba más allá de las horas de trabajo. Su vivienda, su abastecimiento, su sanidad o la educación de sus hijos estaban en manos de la compañía.
Por lo tanto, ante una huelga, la empresa tenía mucho poder para ejercer presión y que los obreros volvieran al trabajo o se conformaran con unas reformas laborales mínimas.
Este sistema se llevó a a cabo en ambas cuencas de forma similar, pero en 1909 hubo un gran cambio. El segundo Marqués de Comillas (Claudio López Brú) adquirió las minas de Orbó y levantó un pueblo nuevo con todos los servicios necesarios.
Descripción publicada en un folleto de 1920
«Una colonia independiente con su sanatorio, su farmacia, su economato, su tienda bazar, su casino, su cine, sus escuelas, con sus modernos y bien orientados pabellones que forman el casco del pueblo y con las casas baratas ambiciadas por los obreros, con su luz eléctrica en las calles y su bonita iglesia dedicada a Santa Bárbara…»
Este paternalismo seguía las máximas del evangelio y predicaba que propietarios y asalariados vivieran en armonía. El patrono debía ser como un padre protector encargado del bienestar físico y moral de sus obreros.
A unos pocos kilómetros, en las concesiones que la compañía Ferrocarriles del Norte poseía en Barruelo se vivía una realidad bien distinta. La lucha de clases estuvo caracterizada por un asociacionismo de caracter socialista. Los obreros se unían en sindicatos y en la búsqueda de mejoras en sus condiciones de trabajo chocaban con los intereses d ela patronal, por lo que los conflictos y las huelgas eran una realidad permanente.
Estos dos caminos tan diferentes convivieron a muy poca distancia, hasta que a finales de 1927 Minas de Barruelo adquiere las concesiones de Vallejo. Los sindicatos católicos, carentes del apoyo de la patronal, se disuelven ante la fuerza de las corrientes socialistas.
La colonia obrera de Vallejo de Orbó
En Vallejo de Orbó, la Sociedad Esperanza de Reinosa y después Carbonera Española, crearon un pueblo ex novo con todas las dotaciones necesarias.
Se distinguen tres etapas en el proceso de poblamiento:
-Los primeros cuarteles construidos de la mano de Rafael Gracia Cantalapiedra (1863-1878).
-1878-1886 bajo la dirección de Mariano Zuaznavar de Arrascaeta, mas paternalista que la dirección anterior y sin grandes cambios en la vivienda.
-Sociedad Carbonera Española (1909-1920) dirigida por el Marqués de Comillas.
Gracia Cantalapiedra, más practico que paternalista, pretende ubicar al obrero cerca de la explotación y dotarle de las tres principales instituciones que lo anclen al lugar: Caja de Socorros, escuelas y capilla.
En Vallejo se construyeron los primeros cuarteles (planta baja más un piso superior al que se accede por una escalera exterior y un corredor que posibilita la entrada a las distintas viviendas) cerca del Grupo San Ignacio, uno el San Ignacio y otro el San Rafael. Dos más fueron construidos (Fontiflori y Casablanca) de la mano de Rafael Gracia Cantalapiedra.
Mariano Zuaznavar sucede a Rafael Gracia, es un idealista en el que la vertiente paternalista moralizadora es mas evidente. Garantiza a la comunidad toda clase de alimentos, bebidas, ropas y calzado, carnicería y panadería.
Sociedad Carbonera Española dirigida por Claudio López Bru, segundo Marqués de Comillas, ya tenía explotaciones en Aller (Asturias) y es de notar el paralelismo de Vallejo de Orbó con el poblado de Bustiello.
Su labor “civilizadora” se centró en dos aspectos, el urbanístico y el educador. Fue el reorganizador de la colonia. Se crean viviendas individuales aisladas y adosadas (La Corralada), huyendo de la aglomeración de los cuarteles.
El conjunto es más higiénico y agradable, mas espacioso contando con huerto o jardín y cubil (especie de trastero fuera de la vivienda que servía de gallinero, carbonera, leñera o cubil para el cerdo). Hay retrete individual, sifones en los desagües y una red de alcantarillado. Comodidades el las que Vallejo era pionero.
La vivienda obrera en Barruelo de Santullán
Los primeros mineros llegados a Barruelo son alojados en barracones de la empresa cercanos a los lugares de trabajo.
Los cuarteles (planta baja con acceso directo a la calle y planta superior con acceso a un corredor común) empiezan a construirse de la mano de Crédito Mobiliario hacia 1857 (San Anselmo, San Luis, Mercedes, Santo Tomás y Santa Bárbara. La característica es que en poco espacio viven muchas personas lo que no resulta muy higiénico.
Cuando Norte se hace con la compañía se siguen construyendo cuarteles (Mercedes, Dos de Valle, San Pedro y Antoniana). Estamos hablando de mas de 1.000 empleados hacia 1876. Barruelo se congestiona y cada cuartel roza el centenar de obreros.
Empieza a haber obreros que construyen sus casas en “terrenos ganados al monte” o cedidos por la empresa y con los materiales comprados a la empresa.
Los materiales son sillares de piedra en esquinas y vanos, mampostería de piedra o canto rodado en los muros de fachada; ladrillo en muros interiores y en dinteles de puertas y ventanas, madera para las cubiertas y teja curva y plana como cubrición.
Los corredores inicialmente son de madera y algunos tras su deterioro se reconstruyen con raíles de ferrocarril; las barandillas suelen ser de hierro.
Su distribución era muy básica cocina-entrada y desde ella acceso a tres o cuatro habitaciones. La mayoría sin agua corriente en un inicio y con retretes comunes. Posteriormente el retrete individual es una edificación pequeña adosada a la vivienda.
El agua se trae de la fuente de la plaza y el carbón para la cocina lo proporciona la empresa; así como petróleo para iluminación si se solicita. Solo contaban con luz eléctrica los ingenieros, los jefes de sección, el jefe minero, el jefe exterior, farmacéutico, practicante, médico, cura, capellán, químico, sargento de la guardia civil, etc.
Existió un proyecto inconcluso de barrio cerca del Pozo Calero. En Barruelo no se construyen casas unifamiliares y menos reunidas en una colonia al estilo de Orbó. En los 50, el Ministerio de Vivienda construye un “poblado de casas baratas”